Por Cristian Rodríguez Domínguez [1]
Nuestra provincia se caracteriza por una diversidad única en el país, cimentada principalmente en el ámbito rural, producto de las diversas actividades socioeconómicas que la sustentaron, en cierta forma el campo ha trazado y delineado la vida en los pueblos de Malleco.
Situación que aun ocurre a pesar de haber pasado más de un siglo desde que distintos sujetos sociales compartieran el mismo espacio, haya sido por una medida administrativa o bien por la fuerza, el hecho que este proceso de poblamiento y de continua interacción es la fuerza que alimenta cada día nuestra historia, ese trueque cultural del que todos formamos parte.
Esa variedad única manifestada en nuestra gente, la forma de la arquitectura reflejada en estaciones, molinos, haciendas, iglesias y casas rurales dan forma a una expresión muy rica en relaciones culturales y estéticas, por otro lado el patrimonio natural con nuestras montañas, saltos y lagos, nos genera un marco geográfico sin igual. La presencia de hombres y mujeres en el campo, siguiendo una rutina marcada por la lluvia, el viento y el sol, define el tono de cada uno de los pigmentos de la piel de los habitantes de esta tierra. Por otro lado el pueblo mapuche con su impulso imaginario ha vitalizado este territorio mediante sus tradiciones reflejadas principalmente en el nguillatun y sus cementerios.
Al finalizar el siglo XIX, se da inicio al penúltimo hito de la construcción de la historia de nuestra provincia, la necesidad integrar económicamente este territorio obliga a poblarlo con inmigrantes europeos. De esta manera, llegan desde Europa, suizos, alemanes, franceses, italianos, españoles, ingleses entre otros, quienes van a intercambiar sus tradiciones, sus valores y anhelos con los habitantes de estas tierras. Nuestra cultura adquiere formas diversas de relaciones a través del tiempo y el espacio, como consecuencia de ello nuestra historia es el resultado de este trueque.
De esta manera, se construye una imagen del patrimonio cultural tangible, basado en la común unión entre técnica y paisaje, cuyo resultado final es un diverso paisaje cultural marcado por la presencia de volúmenes de madera, cuyo marco geográfico es la cordillera, la colina o el lago.
Sin embargo a pesar de esa riqueza evidente, abundante y notable aun falta una mayor conciencia en relación a la importancia de lo que somos y lo que tenemos, impulsar acciones en relación a preservar en el futuro lo que observamos hoy.
Así, esa fuerza invisible que hemos ido construyendo cada uno de nosotros se puede potenciar vinculando territorio, turismo e identidad, generando caminos hacia su conservación futura, abriendo una oportunidad sin igual mediante el turismo cultural.
También por otro lado se han impulsado acciones hacia su conservación, como el caso del Hogar suizo La Providencia, la iglesia de Purén, los locales comerciales de Traiguén entre otros aspectos, pero falta principalmente en crear conciencia y difundir el patrimonio cultural que tenemos. En cada comuna, existen aquellos rincones que nos recuerdan una parte significativa de nuestra historia, es por ello necesario impulsar desde los municipios un primer paso tendiente a realizar un catastro de cada uno de estos lugares.
Nuestra provincia, es fruto de esta reciprocidad generada tras siglos de convivencia, y cuyo resultado podemos observar hoy. En vistas de que la provincia de Malleco fue construida con las manos de mapuches, chilenos e inmigrantes, existe un crisol de tradiciones, que han fortalecido nuestra historia, y cuyo norte es siempre ver en los otros una parte de nosotros.
[1] Arquitecto, © Magíster en Historia de la Universidad de Concepción. Diplomado en Gestión cultural.
Nuestra provincia se caracteriza por una diversidad única en el país, cimentada principalmente en el ámbito rural, producto de las diversas actividades socioeconómicas que la sustentaron, en cierta forma el campo ha trazado y delineado la vida en los pueblos de Malleco.
Situación que aun ocurre a pesar de haber pasado más de un siglo desde que distintos sujetos sociales compartieran el mismo espacio, haya sido por una medida administrativa o bien por la fuerza, el hecho que este proceso de poblamiento y de continua interacción es la fuerza que alimenta cada día nuestra historia, ese trueque cultural del que todos formamos parte.
Esa variedad única manifestada en nuestra gente, la forma de la arquitectura reflejada en estaciones, molinos, haciendas, iglesias y casas rurales dan forma a una expresión muy rica en relaciones culturales y estéticas, por otro lado el patrimonio natural con nuestras montañas, saltos y lagos, nos genera un marco geográfico sin igual. La presencia de hombres y mujeres en el campo, siguiendo una rutina marcada por la lluvia, el viento y el sol, define el tono de cada uno de los pigmentos de la piel de los habitantes de esta tierra. Por otro lado el pueblo mapuche con su impulso imaginario ha vitalizado este territorio mediante sus tradiciones reflejadas principalmente en el nguillatun y sus cementerios.
Al finalizar el siglo XIX, se da inicio al penúltimo hito de la construcción de la historia de nuestra provincia, la necesidad integrar económicamente este territorio obliga a poblarlo con inmigrantes europeos. De esta manera, llegan desde Europa, suizos, alemanes, franceses, italianos, españoles, ingleses entre otros, quienes van a intercambiar sus tradiciones, sus valores y anhelos con los habitantes de estas tierras. Nuestra cultura adquiere formas diversas de relaciones a través del tiempo y el espacio, como consecuencia de ello nuestra historia es el resultado de este trueque.
De esta manera, se construye una imagen del patrimonio cultural tangible, basado en la común unión entre técnica y paisaje, cuyo resultado final es un diverso paisaje cultural marcado por la presencia de volúmenes de madera, cuyo marco geográfico es la cordillera, la colina o el lago.
Sin embargo a pesar de esa riqueza evidente, abundante y notable aun falta una mayor conciencia en relación a la importancia de lo que somos y lo que tenemos, impulsar acciones en relación a preservar en el futuro lo que observamos hoy.
Así, esa fuerza invisible que hemos ido construyendo cada uno de nosotros se puede potenciar vinculando territorio, turismo e identidad, generando caminos hacia su conservación futura, abriendo una oportunidad sin igual mediante el turismo cultural.
También por otro lado se han impulsado acciones hacia su conservación, como el caso del Hogar suizo La Providencia, la iglesia de Purén, los locales comerciales de Traiguén entre otros aspectos, pero falta principalmente en crear conciencia y difundir el patrimonio cultural que tenemos. En cada comuna, existen aquellos rincones que nos recuerdan una parte significativa de nuestra historia, es por ello necesario impulsar desde los municipios un primer paso tendiente a realizar un catastro de cada uno de estos lugares.
Nuestra provincia, es fruto de esta reciprocidad generada tras siglos de convivencia, y cuyo resultado podemos observar hoy. En vistas de que la provincia de Malleco fue construida con las manos de mapuches, chilenos e inmigrantes, existe un crisol de tradiciones, que han fortalecido nuestra historia, y cuyo norte es siempre ver en los otros una parte de nosotros.
[1] Arquitecto, © Magíster en Historia de la Universidad de Concepción. Diplomado en Gestión cultural.
1 comentario:
hola interesante datos acerca de la ciudad
tmb concuerdo que falta mayor
apoyo en el turismo
http://asociaciondelbuenescribir.blogspot.com/
saludos
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