El Hogar suizo “La Providencia” es un referente único para comprender el legado de los suizos en la provincia de Malleco. Luego de recorrer las colonias prestando ayuda espiritual, el pastor Leutwyler se da cuenta de que existía una carencia absoluta de educación para los hijos de los colonos, especialmente por el problema del idioma. Por otro lado, las enfermedades existentes en las nuevas tierras y la escasa disponibilidad de medicamentos en la zona dejaban cada vez más huérfanos al interior de las familias de los colonos.
Así, cuando corría 1892, el último año de su contrato con la iglesia evangélica para ejercer como pastor, el pastor Leutwyler decide quedarse para buscar una solución real al problema. Gracias a las gestiones realizadas ante el gobierno chileno, consigue entonces un terreno de 80 hectáreas en las cercanías de Traiguén, específicamente en la localidad de Tricauco, donde levanta un hogar de huérfanos para los hijos de los colonos suizos en la región.
En 1893 se funda finalmente el “Asilo de Huérfanos y Escuela la Providencia”, que tenía como objetivo principal otorgar educación y protección a los niños que habían perdido a sus padres.
Para implementar el proyecto, el pastor Leutwyler consiguió ayuda del gobierno suizo, luego de realizar innumerables trámites, hasta conseguir dineros para construir un edificio escolar y un internado que contara con las comodidades necesarias.
En 1897, para asegurar su continuidad y mantención, el pastor Leutwyler funda la Corporación Asilo de Huérfanos y Escuela la Providencia, asumiendo él mismo la presidencia.
Después de 40 años en Chile y 16 años a la cabeza del proyecto, Leutwyler regresó a Suiza a vivir en un hogar de ancianos y falleció a los 87 años en Wildenstein, Reinach, en 1949.
El Hogar Suizo de la Providencia aún conserva los edificios originales del complejo. El emplazamiento central lo constituye un edificio de dos niveles a dos aguas, ubicado de oeste a este, de una volumétrica simple, simulando el galpón original. Al igual que en las primeras casas de los colonos, hacia el lado norte se ubicó un corredor en primer nivel y una galería en segundo nivel.
En tanto, hacia el sur, donde se dispuso el patio de acceso que vincula al resto de las instalaciones, el mismo edificio presenta un corredor en ambos niveles. Ésta también es una de las expresiones que caracteriza a la arquitectura suiza, cuyo rol es el constituirse en un albergue de niños en una condición irregular.
En su planta se observa la simetría característica, un eje ordenador, el pasillo, que comunica ambos corredores y, a ambos lados del pasillo, oficinas de una proporción similar.
La escalera, más funcional que estética, cercana a la puerta de acceso, comunica al segundo nivel de distribución similar al primer nivel.
Al norte, se ubica la galería, respondiendo a la necesidad de vincularse con el entorno y de protegerse de las inclemencias del clima. Lo anterior se traduce en una cubierta a dos aguas con una leve pendiente, sobre la cual se dispone de una torre, como referencia dentro de la horizontalidad del paisaje.
La construcción basada en tablas traslapadas, puestas unas sobre otras en el punto de unión, cubriéndolas para evitar el paso del viento y del frío, le confiere una expresión única y aumenta su esbeltez.
Sin embargo, aquella propuesta racional se articula con elementos decorativos como tapacantos con un tratamiento más ornamental, con figuras y alegorías que recorren su perímetro.
El corredor aún hoy es centro de encuentro para los jóvenes dispuestos a conversar y compartir experiencias, pilares que no sólo han sido el sustento de una estructura que ha entregado calidez, sino también ha sido el sostén de los alumnos que han llegado hasta allí, rememorando lo vivido por los descendientes suizos un siglo atrás.
Así, cuando corría 1892, el último año de su contrato con la iglesia evangélica para ejercer como pastor, el pastor Leutwyler decide quedarse para buscar una solución real al problema. Gracias a las gestiones realizadas ante el gobierno chileno, consigue entonces un terreno de 80 hectáreas en las cercanías de Traiguén, específicamente en la localidad de Tricauco, donde levanta un hogar de huérfanos para los hijos de los colonos suizos en la región.
En 1893 se funda finalmente el “Asilo de Huérfanos y Escuela la Providencia”, que tenía como objetivo principal otorgar educación y protección a los niños que habían perdido a sus padres.
Para implementar el proyecto, el pastor Leutwyler consiguió ayuda del gobierno suizo, luego de realizar innumerables trámites, hasta conseguir dineros para construir un edificio escolar y un internado que contara con las comodidades necesarias.
En 1897, para asegurar su continuidad y mantención, el pastor Leutwyler funda la Corporación Asilo de Huérfanos y Escuela la Providencia, asumiendo él mismo la presidencia.
Después de 40 años en Chile y 16 años a la cabeza del proyecto, Leutwyler regresó a Suiza a vivir en un hogar de ancianos y falleció a los 87 años en Wildenstein, Reinach, en 1949.
El Hogar Suizo de la Providencia aún conserva los edificios originales del complejo. El emplazamiento central lo constituye un edificio de dos niveles a dos aguas, ubicado de oeste a este, de una volumétrica simple, simulando el galpón original. Al igual que en las primeras casas de los colonos, hacia el lado norte se ubicó un corredor en primer nivel y una galería en segundo nivel.
En tanto, hacia el sur, donde se dispuso el patio de acceso que vincula al resto de las instalaciones, el mismo edificio presenta un corredor en ambos niveles. Ésta también es una de las expresiones que caracteriza a la arquitectura suiza, cuyo rol es el constituirse en un albergue de niños en una condición irregular.
En su planta se observa la simetría característica, un eje ordenador, el pasillo, que comunica ambos corredores y, a ambos lados del pasillo, oficinas de una proporción similar.
La escalera, más funcional que estética, cercana a la puerta de acceso, comunica al segundo nivel de distribución similar al primer nivel.
Al norte, se ubica la galería, respondiendo a la necesidad de vincularse con el entorno y de protegerse de las inclemencias del clima. Lo anterior se traduce en una cubierta a dos aguas con una leve pendiente, sobre la cual se dispone de una torre, como referencia dentro de la horizontalidad del paisaje.
La construcción basada en tablas traslapadas, puestas unas sobre otras en el punto de unión, cubriéndolas para evitar el paso del viento y del frío, le confiere una expresión única y aumenta su esbeltez.
Sin embargo, aquella propuesta racional se articula con elementos decorativos como tapacantos con un tratamiento más ornamental, con figuras y alegorías que recorren su perímetro.
El corredor aún hoy es centro de encuentro para los jóvenes dispuestos a conversar y compartir experiencias, pilares que no sólo han sido el sustento de una estructura que ha entregado calidez, sino también ha sido el sostén de los alumnos que han llegado hasta allí, rememorando lo vivido por los descendientes suizos un siglo atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario