A fines del siglo XIX la desestabilización del Imperio Otomano llevó a miles de árabes de fe cristiana originarios de Palestina, Siria y el Líbano a partir como inmigrantes al continente americano, estableciéndose mayoritariamente en Estados Unidos y el resto en los países latinoamericanos.
Muchos decidieron emigrar hacia Chile y su punto de radicación lo constituyó el nuevo espacio que se comenzaba a construir una vez ocupada la “Frontera”, se abría así una posibilidad inmensa para la labor innata de los árabes: el comercio.
Son muchos los apellidos que forman parte de la geografía humana de diversas ciudades, entre los cuales encontramos Nazar, Ananay, Namur, Eluti entre otros que han dedicado su vida a establecer vínculos a un mundo de productos a principios del siglo XX generando un intenso comercio entre las distintas estaciones de los ramales que se levantaban en la frontera..
Bajo la denominación de “turcos”, se le conoció en el país, debido que debieron salir con pasaporte de estado de Turquía, muchos llegaron hasta Argentina y a lomo de mula debieron cruzar la frontera hacia Chile, o bien a través del tren trasandino un par de años más tarde, como lo señaló un par de años atrás Sonia Anania Halabi en su acogedora casa, cuya familia participo de la industria textil.
Otros vinieron de Bezala, cerca de Belén, como los Eluti, con decenas de años dedicadas al comercio en Victoria, lo señala Eduardo, uno de los descendientes en la oficina de su negocio, en una primera instancia fue el comercio de telas ampliándose a otros aspecto de la demanda citadina de aquellos años, recordando la activa presencia de sus padres que los iniciaron en este oficio.
Se calcula que el total de árabes que llegó a asentarse al país fluctuó entre 8 mil y 10 mil personas, de los cuales alrededor de un 50 por ciento era de origen palestino, un 30 por ciento sirio y el 20 por ciento restante libanés.
En un principio ejercieron el comercio itinerante, recorriendo el país cargados con mercaderías, que ofrecían en las calles, luchando por darse a entender a media lengua. A poco andar los inmigrantes dominaron el idioma del comercio y comenzaron a ubicarse definitivamente en tiendas localizadas en las calles comerciales de los pueblos y ciudades del país.
Como todo proceso de inserción en una nueva sociedad pronto estos inmigrantes se abrieron paso en la naciente sociedad, a pesar del estigma y rechazo de la sociedad, muchos se abrieron paso como deportistas, empresarios, industriales generando fuentes de trabajo en diversas localidades.
En la segunda mitad del siglo XX las nuevas generaciones, mayoritariamente chilenos de origen árabe, se integraron a la sociedad chilena, especialmente por el desplazamiento de éstos hacia las profesiones liberales, la política y las expresiones artísticas y culturales.
Hoy, la sociedad de nuestras ciudades, no se entiende sin esta parte fundamental que construyeron los inmigrantes árabes, con su singularidad, su comercio y su tenacidad.
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