viernes, 2 de noviembre de 2007

La singularidad de los cementerios de la provincia.


Por Cristian Rodríguez Domínguez [1]

Recorrer sus cementerios bajo un marco geográfico sin igual, es aproximarse a la esencia del pueblo mapuche, la que se une a la presencia cristiana en sus representaciones, produciendo una articulación evidente entre forma y contenido, entre lo natural y lo foráneo, entre la simpleza mapuche y la vanidad occidental, entre la carga simbólica de un chemamúll y la cruz cristiana.
Reflejando en un mismo espacio, una diversidad cultural que da cuenta de un sincretismo, marcado por varios siglos, producto de la conjunción de diversas culturas en la provincia de Malleco; a los cementerios rurales un paisaje único les otorga forma, cercanos a esteros y ríos, emplazados en un lugar de dominio del entorno contiguo, con una fuerte presencia de macizos cordilleranos. Esta es una de las características de los cementerios de nuestra provincia, desde sus manifestaciones más remotas como los Kuel, ubicados en el valle de Purén-Lumaco, se constituyen en una trama desde la cual se articulan visualmente, de manera que el amanecer envolvente y enérgico contrasta con el horizonte en un atardecer.
Este único sentido del dominio, se ha trasladado hasta los cementerios de diversas comunidades mapuche, ubicados en lugares vitales con una fuerte presencia celestial en el marco geográfico que las circunda, definiendo su impronta. Imagen que fue nutrida por un manantial de manifestaciones religiosas de parte de los inmigrantes extranjeros que llegaron hasta estas tierras al finalizar el siglo XIX, una vez incorporada definitivamente al territorio nacional.
De este modo, la provincia de Malleco, de una vida rigurosa y cruda, fue testimonio de diversas manifestaciones en su concepción de la muerte, rituales que definieron el cambio brusco entre la vida y la defunción, entre lo material e inmaterial, entre la cosmovisión mapuche y la religiosidad occidental.
Viajar por cada uno de estos cementerios, es imaginar el sentido de la vida, del afecto, del resguardo, de la ternura y devoción, en el otro extremo, de la opulencia, de la vanidad, el contraste entre el dinero y el sentido de la muerte que solo la vanagloria, nos ha perpetuado hasta nuestros días con sus enormes mausoleos.
Recorrido por cada uno de los espacios que han facilitado el viaje a la eternidad, una morada cercana a los afluentes de agua en busca de paz en el lejano Icalma, trazado marcado por la presencia de la naturaleza, hasta los cementerios urbanos de la zona de los hijos del trigo, actividad que marcó y definió la economía de la Araucanía y cuyos testimonios se manifiestan en sus camposantos.
Todos y cada uno de estos cementerios son reflejo de esta sociedad. Sociedad diversa, cargada de simbolismos que han adquirido por el paso del tiempo y la armonía cultural que las ha caracterizado.
Por otro lado, muchos de estos espacios mortuorios son una respuesta frente a la naturaleza, marcada por volcanes, valles y ríos, propios del pueblo mapuche, en tanto, otros pasan a ser una respuesta a las necesidades sanitarias, que afectaron a los incipientes poblados a fines del siglo XIX, de diversas epidemias de cólera y viruela.
En estos cementerios se recogen historias que han quedado ocultas tras los remotos muros de ladrillo. tal es el caso del cementerio de la ciudad de Traiguén que recoge toda la fuerza de la espiga del trigo, así se pueden observar los mausoleos de la familia Widmer, la sepultura de Gustavo Milet entre otros, los que dejaron su huella en una oxidada cruz metálica derruida por el paso del tiempo, en una abandonada lápida de mármol o en una frágil cruz de madera. Formas que dan cuenta de conceptos de vanidad, descanso, resguardo y cobijo, entre otros, con un sentido único: dar cuenta de la vida, más que de la de la muerte.
Los cementerios de nuestra provincia, así concebidos, presentan una variedad notable, y que inevitablemente muestran cada uno su singularidad en los espacios sagrados destinados para la muerte, distinguiéndose aquí, el contraste evidente entre lo terrenal y lo divino, en sus diversas formas aportadas por las diferentes culturas que convergieron en un solo territorio.
[1] Arquitecto, © Magíster en Historia de la Universidad de Concepción. Diplomado en Gestión cultural.

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