viernes, 2 de noviembre de 2007

La singular casa de José Medín Reyes en Purén


Por Cristian Rodríguez Domínguez [1]

La historia de Purén es mucho más anterior que los pueblos fundados en el periodo de ocupación de la Araucanía, tras una seguidilla de líneas fronterizas como el Malleco, el Traiguén y el Cautín.
Purén en su larga vida ha alcanzado un desarrollo sostenido gracias a la actividad cerealera, lo que dio como resultado la presencia de molinos, industrias como la fábrica de café de higos de la familia Schmidlin, de esta manera su arquitectura resultado de esta aventura económica presenta un alto valor estético, que la hace muy singular en la provincia.
Así, encontramos la casa Boisier, un enorme volumen, muy austero a dos aguas, a partir del cual sobresale un frontón a dos aguas, enfrentando la calle, por otro lado la antigua casa Oemick, es una mezcla de la expresión de un galpón y molino, una fachada continua que define la vereda, muy simple, pero que en sus extremos se focaliza con la presencia de un volumen perpendicular al anterior.
Un ejemplo notable lo constituye la casa Schmidlin, de planta cuadrada, con torreones en sus vértices principales, forrado en latón zincado, tan propio del sur valdiviano, se asemeja a un castillo de madera. Un amplio acceso, fortalecido con una sobria pero distinguida escalera que comunica con un corredor para las calidas tardes de verano.
Su ubicación dentro de la trama caminera fortaleció aún más su carácter económico de este poblado, incorporando la presencia de hoteles en su trama urbana. En una esquina, se ubica el hotel Steiner, una construcción muy simple, forrada en un ancho tablón traslapado, cuya tejido nos comunica directamente con el astro rey.
Esa ligera sombra longitudinal, es la arteria por la cual circulaba mucho de la sabia y empuje de Purén, un pueblo hecho por la madera, y cuya textura se va descubriendo en cada vivienda.
Una casa que llama la atención por su singular delicadeza, es la vivienda de José Medín Reyes, según lo señala Soledad Uribe Boisier, en su libro “Reunión en el valle: Colipí, Reyes y Boisier”, fue una de las tiendas mas importantes del pueblo, llamada “El Cóndor”, iniciando sus funciones el año 1915, ofreciendo todo tipo de productos, desde finos perfumes hasta los implementos necesarios para el trabajo en el campo.
Este hombre, según lo indica la autora, llegó desde Cañete a Purén cuando recién se estaba poblando la localidad, solicitando a Federico Muster, que hiciera su construcción. Mucho de la arquitectura de este poblado se le debe a este colono suizo, quien con sus manos esculpió en la madera cada uno de los sueños de sus propietarios.
Así, esta casa ubicada en una esquina, presenta la tipología propia de Purén, un volumen muy simple, a dos aguas, y en la parte superior un volumen que se destaca en toda la fachada de la manzana. Un delicado latón, le otorga un juego de luz y sombra, resaltado por su plateada pintura. La fina terminación de sus ventanas, demuestra el trabajo del ebanista Muster, sobresaliendo un volumen, en su parte superior que define el acceso a la casa habitación.
Coronando todo el conjunto, se encuentra ubicado un cóndor, que desde hace mas de 90 años sabe mucho más de la historia de Purén que lo que sabemos nosotros.
[1] Arquitecto, © Magíster en Historia de la Universidad de Concepción. Diplomado en Gestión cultural.

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